Para saber de qué se trata...



En cada una de las entradas hay una breve descripción e imágenes del trabajo realizado en diferentes espacios: Talleres de lectura y escritura con niños, jóvenes y adultos. 



Experiencias que fueron y que van enriqueciendo la mirada, la manera de coordinar, la posibilidad de escuchar; gracias al trabajo en equipo, el valioso aporte de otros y otras, y también el poder transitar por diferentes lugares y con distintas poblaciones.






-Propuesta de trabajo. 


       “Preparar pacientemente, amorosamente un estado de sinceridad irremisible” Néstor Sánchez. Esa fue la consigna en relación con la escritura y la tuve en cuenta, también, para pensar mi rol y función coordinando grupos. ¿De qué manera generar un espacio donde todos puedan intervenir y no perder de vista las singularidades?

        Después de coordinar talleres en centros culturales durante algunos años, decidí trabajar en forma paralela la escritura y la lectura para poder profundizar en los distintos procesos. Un encuentro lo dedicamos al análisis de textos; en el siguiente, la propuesta es escribir a partir de consignas, luego leemos y trabajamos sobre lo producido. Y así alternadamente. Cada una de estas áreas, si bien están relacionadas, poseen sus propias particularidades y ponen en juego diferentes aspectos expresivos.

           A partir de un eje temático hacemos un recorrido por diferentes autores; también se hacen visibles a lo largo del programa, otros elementos o temas al ir relacionando las lecturas propuestas. Para hacer un análisis textual propongo centrarnos en una crítica formal, distinguir y diferenciar recursos técnicos: narradores, temporalidad, recursos retóricos, intertextualidad y otros; conocer la estructura que sostiene cada historia. Herramientas técnicas que sirven para enriquecer el propio discurso.

          El momento de la escritura instaura otras variables: la diversidad, la subjetividad, la expresión y la creación.  Ante la página en blanco, relato ausente por construirse, uno imagina infinidad de situaciones, de posibles personajes. Y siempre surge una misma pregunta: cómo puedo contar, qué callar o disfrazar para empezar a escribir. Alejando la solemnidad, dejar que las palabras jueguen su propio juego, para escribir un texto desopilante, como decía un personaje de Leónidas Lamborghini: “Desopilante, es decir (dice el diccionario) lo que cura la opilación. Opilación=obstrucción (dice el diccionario)”. En resumidas cuentas, embarcarse para intentar desbloquear la obstrucción. Pero, si igual alguien siente que cae en el abismo, con el grupo vamos al rescate. La ronda, los otros, son un recurso que facilita, a partir del intercambio, que comience el juego y se contagie la risa.

       Para poder llevar adelante los talleres dictados en instituciones dentro del área social, en centros de adicciones, con chicos en situación de calle, en centros de salud y en hogares, ha sido fundamental la interrelación con otras disciplinas y expresiones artísticas, una mirada compartida para dar mayor sentido a la tarea. Tener en cuenta otras variables me posibilitó nuevos aprendizajes y otras herramientas. Reflexionar y pensar el rol del coordinador para que en vez de inhibir o censurar pueda ayudar a cada persona a transitar su propio proceso buscando elementos que posibiliten enriquecerlo. Habilitar para poder decir, para expresar; saber escuchar, y no siempre responder a partir de conceptos teóricos sino a través de  una pregunta, desentrañando respuestas, recuperando saberes. Dejar de lado cualquier tipo de manual y confiar en la propia percepción, teniendo en cuenta la diversidad y las singularidades como una constante.



María Victoria Morana.